La provincia ha ganado 5.198 empleados en un año y en ese periodo los foráneos se han incrementado en casi 2.700, sin que se limiten ya a la hostelería, la construcción o el campo.
Ahora el trabajador extranjero sigue detrás de la barra, en la obra o en el campo, así como en la fábrica o el almacén, pero también atiende a pacientes en el hospital o el centro de salud, gana presencia en puestos administrativos y da clase en las academias y colegios (sobre todo como profesores nativos de idiomas) donde estudian sus hijos y los de todos, sin que esos casos sean ya algo excepcional. Porque sus alternativas laborales han aumentado, vienen cualificados, están motivados para seguir formándose en destino, cada mes son más (tantos como para que haya de todo, incluidos los que estigmatizan al colectivo en su conjunto), y en febrero alcanzaron una nueva cifra récord que, previsiblemente, no tardará en superarse.
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