En medio de un debate sobre la inmigración en el que abunda la demagogia populista, la llegada de personas procedentes del exterior constituye, aparte de un fenómeno imparable, una necesidad.
El nuevo reglamento de la Ley de Extranjería aprobado por el Gobierno, que facilitará la regularización de 900.000 inmigrantes en los próximos tres años, mejora los cauces legales para cubrir las necesidades de mano de obra por la crisis demográfica y por las dificultades para encontrar determinados perfiles profesionales. La reforma reduce los requisitos para conseguir los permisos de residencia y trabajo.
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